Quiero recordar, en primer lugar, que en febrero de 2022 asistíamos a la invasión de Ucrania, un conflicto bélico y trágico que más de un año después todavía continúa, con el consiguiente impacto en el contexto geopolítico y económico internacional. No debe caer en el olvido el coste en vidas humanas que se sigue cobrando la guerra. Desde el ámbito de responsabilidad social, Saba sigue prestando ayuda en corredores humanitarios en países donde operamos como Eslovaquia o dando soporte a planes de emergencia para la evacuación de población infantil, cuidado y asistencia, a través de organizaciones no gubernamentales con las que colaboramos habitualmente.
Si hay una expresión que puede definir el entorno en el que nos hallamos actualmente es la complejidad. La dificultad, por ejemplo, para apuntar previsiones respecto a los efectos de la elevada inflación y las subidas de tipos de interés sobre la actividad y el crecimiento, teniendo en cuenta la diversidad de factores que conviven y que alteran la política monetaria.
Al abordar el balance de 2022, me gustaría reiterar que la compañía, al igual que en los últimos años marcados por la crisis sanitaria, ha seguido gestionando en un entorno de incertidumbre, de complejidad, con variables como la elevada inflación, el encarecimiento de suministros y materias primas o el coste de la energía. Y lo ha hecho con la capacidad de adaptación y de superación que siempre ha demostrado, estando atenta a todas las políticas monetarias y fiscales y a las medidas de ajuste y estabilidad que se han ido adoptando, y supervisando de manera constante los impactos financieros como no financieros.